El Gimnasio Campestre los Arrayanes nace en el año 2006, como una nueva alternativa educativa en el Municipio de La Calera, para la gente de La Calera. Desde sus inicios el Gimnasio ha buscado la excelencia personal. La formación de hombres y mujeres holísticos, que trasciendan en la sociedad a partir de su criticidad y liderazgo.
Cuando se abrieron las puertas del Colegio, se contaba tan solo con siete salones, con el mismo número de maestros y noventa estudiantes. La comunidad Caleruna creyó infinitamente en este proyecto porque presentaba alternativas diferentes, unas hermosas instalaciones y ante todo calidad humana que hacía de este Colegio un lugar excepcional para estudiar.
Para el año 2007, la acogida fue tan especial que el número de estudiantes ascendió a 346 y para el 2013 se aumento el número de estudiantes a 544, lo que indica ciertamente que el proyecto se consolidaba como un éxito total. Este crecimiento exponencial del alumnado del colegio corresponde a la dedicación y el trabajo del equipo docente con un alto nivel de exigencia, la utilización de prácticas y metodologías conceptuales modernas que permiten mayor comprensión.
Hoy día el Gimnasio Campestre los Arrayanes se consolida como una de las instituciones educativas de más alta calidad y excelencia en el municipio de La Calera y obviamente se proyecta como una empresa solida y reconocida.
Es importante precisar que este proyecto ha sido forjado durante estos años por tres personas que son líderes natos, que aprecian profundamente La Calera y que buscan que la calidad de la educación en el municipio mejore y sea competitiva.
En el año 2009 se graduó la primera promoción de bachilleres Arrayanistas , en esta ocasión quince jóvenes, junto con sus familias, fueron pioneros y acompañantes de este proyecto educativo. En el año 2010 la segunda promoción de bachilleres ubica a la institución en un lugar relevante en las pruebas sabes 11, nivel que se ha conservado por las tres siguientes promociones.
Por mucho tiempo los conflictos estuvieron exiliados de la escuela bajo el supuesto de que su negación era equivalente a su inexistencia. Instituciones de fundamental influencia en los primeros años de vida como el hogar, la escuela y la iglesia han venido reforzando valores contrarios al conflicto y recalcando la importancia de llevarse “bien” con la gente, desechando constantemente la problematización.
En el ámbito escolar se pensaba [y aun se piensa en ciertos contextos] que es el docente quien posee las verdades que el estudiante debe incorporar sin discusión, situación que no solo suprime la voz del estudiante sino que además aniquila la oportunidad de plantear interrogantes, argumentar un punto de vista, enfrentarse y solucionar un conflicto.
Cambiar de una postura en la cual se comprende el conflicto como algo negativo, a aquella en la cual se convierte en una oportunidad de aprendizaje, requiere de la disposición de todos los miembros de la comunidad educativa para un manejo participativo de la palabra, una admisión de los disensos, una vocación para la profundización de las razones que guían los comportamientos, una construcción conjunta y continua del conocimiento y la convivencia; en suma, una posición interrogativa, firme y constante que produzca discernimientos elaborados de cara a las problemáticas que nos ofrece la vida en comunidad.
El principio de comunicación pone al servicio de la convivencia, una mediación
competente que vele por condiciones adecuadas para la discusión y problematización cotidianas, de modo que puedan ser consideradas las diferentes perspectivas sobre la realidad y sobre los hechos particulares. Nuestro principio de comunicación implica un esfuerzo por acercar dichas versiones, comprenderlas, retroalimentarlas y tomar decisiones sobre aquello que se establezca como verdadero. No significa necesariamente que se eliminen los desacuerdos, sino que a pesar de ellos sea posible aceptar el punto de vista del otro, haciendo las salvedades, encuentros y acuerdos que rindan satisfacción a todos los implicados.
El ideal de este principio es despejar el malentendido propio de las relaciones humanas,incluyendo acciones tendientes a acercar opiniones y desavenencias, revelar puntos de vista y restablecer omisiones en la información, de tal forma que se obtenga un contexto idóneo para hablar de los problemas entre las personas y crecer juntos
La verdad es el resultado de un buen proceso de comunicación. Debido a que “las
verdades” son diversas, es necesario un acercamiento de las perspectivas, de modo que se puedan establecer las vulneraciones, malentendidos e intencionalidades y se revelen la o las responsabilidades del posible infractor y de la posible víctima.
Establecer quiénes son las victimas y los victimarios requiere del discernimiento atento de la autoridad mediadora, ya que es factible victimizar desde la posición de víctima y
ser víctima aun cuando los hechos explícitos den para pensar que se es el victimario. El
establecimiento de la verdad requiere, por tanto, hacer explicitas aquellas circunstancias en que suceden las cosas y se enuncian las palabras que son materia del malentendido o la desavenencia.
La restauración es el restablecimiento de las relaciones al que se llega rehabilitando los
canales de comunicación, estableciendo la verdad, reconociendo la falta y sus
consecuencias, y reparando los daños causados.
La justicia se puede ejercer de muchas maneras, que van desde la imposición de castigos hasta la opción de la impunidad. El Gimnasio Campestre Los Arrayanes, entiende que el castigo arbitrario divide y resiente las relaciones, mientras que la reparación acerca y recobra los lazos de la comunidad. La reparación requiere condiciones propicias para la comunicación y el establecimiento de la verdad, de manera que las decisiones tomadas estén en estrecha conexión con la posibilidad de la reflexión del posible agresor y la conformidad de la posible víctima. La reparación procura el perdón y el arrepentimiento aunque no lo obliga, ya que lo considera una decisión individual.
La particularidad significa que todas las personas se enfrentan a los conflictos de una
manera distinta, de acuerdo con su historia personal, su contexto y las razones sobre las que basan sus acciones.
A pesar que los individuos requieren someterse a los complejos mecanismos de
justicia social y a los presentes en este manual de convivencia, esto no garantiza una
profundización en los motivos particulares del sujeto, por lo cual se requiere, en algunos casos una indagación más aguda, considerando la historia personal, las condiciones materiales, familiares e institucionales y muy especialmente, la manera en que cada una de las partes las significa desde su propia perspectiva.
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